Un día, se despertó oyendo voces en su cabeza. Extrañado, no les dio importáncia, hasta que comenzaron a insistirle.
Su comportamiento se volvió extraño, errático y huraño, y empezó a obedecer sus órdenes.
Compró en ese centro comercial, bebió ese refresco y aquel otro. Comía los lunes en un restaurante americano de comida rápida, los jueves en un chino y los fines de semana iba a esos bares que le indicaban.
Su ropa olía al suavizante que le indicaron y su boca, al dentífrico de menta que le susurraron.
Y así fue hasta que se le acabaron las pilas a la radio.
miércoles, febrero 21, 2007
Momento 1
Acostado sobre el césped del jardín, miraba una nube.
Esta, avergonzada, le lanzó una pequeña y fresca gota de agua, que le alcanzó en la nariz y le provocó una sonrisa.
Esta, avergonzada, le lanzó una pequeña y fresca gota de agua, que le alcanzó en la nariz y le provocó una sonrisa.
Moribundas
De un corte decidido, las tijeras diseccionaron la arteria que le permitía vivir.
Sin remordimientos, cogió la parte que todavía se veía rosada y con vida y la trasladó hasta donde aguardaban, tumbadas, las otras once.
Todas presentaban el mismo aspecto, todas parecían vivas y hermosas, pero él sabía que sólo era un espejismo.
Pronto perderían su belleza y su encanto.
Aún así, el ramo le había quedado precioso
Sin remordimientos, cogió la parte que todavía se veía rosada y con vida y la trasladó hasta donde aguardaban, tumbadas, las otras once.
Todas presentaban el mismo aspecto, todas parecían vivas y hermosas, pero él sabía que sólo era un espejismo.
Pronto perderían su belleza y su encanto.
Aún así, el ramo le había quedado precioso
Suscribirse a:
Entradas (Atom)